De las galletas al carbono: explorando el vínculo entre el reciclaje y las calorías
Los consumidores exigen a las empresas cada vez más responsabilidad por su impacto medioambiental, lo que significa que la transparencia y la coherencia en los métodos de presentación de informes son cada vez más importantes.
Desde los alimentos orgánicos hasta las dimensiones de los neumáticos, muchas industrias han desarrollado certificaciones y métodos de presentación de informes estandarizados, pero la industria de los metales todavía no está de acuerdo sobre cómo calcular las emisiones de la chatarra de aluminio reciclada. Esta discrepancia está favoreciendo el "greenwashing", distorsionando los precios de mercado de productos verdaderamente más ecológicos y contribuyendo a la falta de transparencia y a consumidores mal informados.
La chatarra de aluminio generalmente se puede clasificar en dos tipos: chatarra pre-consumo, que es la chatarra producida durante el proceso de producción y extrusión del aluminio, o chatarra post-consumo, que es chatarra que ya ha vivido su vida como producto, ya sea de un coche, una ventana, una lata o algo más. Está generalmente aceptado que la chatarra post-consumo tiene una huella de carbono nula y, cuando se reutiliza, solo aporta las emisiones necesarias para refundirla en lingotes utilizables.
Los desacuerdos comienzan cuando intentamos calcular las emisiones de la chatarra pre-consumo. Algunos productores deciden depositar toda la huella de carbono en el producto extruido final, dejando la chatarra pre-consumo "libre de emisiones". Esto permite volver a fundir la chatarra y comercializarla como aluminio con cero o bajas emisiones de carbono, cuando en realidad no lo es: sus emisiones simplemente se han trasladado a otra parte. Esta táctica tiende a impulsar el "greenwashing" y a desnivelar el campo de juego para aquellos que intentan utilizar principalmente chatarra post-consumo.
¿Por qué es importante?
- Creemos que es relevante incentivar una mayor recolección de chatarra post-consumo, por el bien de la economía circular, y minimizar la producción de chatarra pre-consumo cuando sea posible. Etiquetar la chatarra pre-consumo como “libre de emisiones” resta valor a este incentivo para mejorar el reciclaje y la clasificación de los productos después de su uso.
- Reciclar chatarra post-consumo es mejor para el medio ambiente, pero es difícil de recolectar, lo que a menudo la hace más costosa. Cuando las empresas que quieren ofrecer productos verdaderamente más sostenibles utilizando aluminio más caro y con bajas emisiones de carbono procedente de chatarra post-consumo deben competir con empresas más baratas, chatarra pre-consumo etiquetada como "libre de emisiones", el mercado se vuelve injusto y las empresas ya no ven argumentos para utilizar el materiales más sostenibles.
- Sin un estándar industrial común para la presentación de informes, los consumidores no pueden determinar fácilmente la huella real de sus materiales y, por lo tanto, la de sus productos que utilizan esos materiales, lo que hace que los cálculos de la huella de carbono en muchas industrias que dependen del aluminio no sean confiables.
Intentamos simplificar problemas complejos, siendo transparentes sobre nuestro propio impacto y desglosando los problemas y sus efectos, como en esta analogía de la masa de galletas para las emisiones de carbono incorporadas: